martes, diciembre 15, 2009

Colombia y el plan de choque tecnológico: ¿lo tiene? (parte 2)

Pero en Colombia no solo se insta a los mejores estudiantes a irse del país, sino que se crean plazas para la migración, y se implanta en los propios estudiantes las ideas de prosperidad económica en el exterior. No sabemos de plazas crecientes de empleos para carreras como ingeniería biológica, biotecnología, ingeniería genética, microelectrónica, robótica, nanotecnología… en nuestro país. Y eso hace que nuestros estudiantes universitarios tengan como finalidad última ganar en dólares o en euros, lejos de este país de “indios”, subdesarrollado, y con “pensamiento de pueblo”. Y ganar en dólares, o en euros, no necesariamente es malo, pero pensar que la única manera de prosperar es irse del país solo beneficia a aquellas naciones que importan esa masa crítica de inteligencia y la ponen a trabajar en función de su país. Obviamente, el panorama no necesariamente debe ser tan negro, y ser pesimista es solo el primer episodio del cambio, porque permite vislumbrar los problemas del país (hacer una radiografía interna del mismo) y entablar posibles soluciones.

Viajes
Antes que nada, el país debe entender, de una vez por todas, que su avance depende de manera CRÍTICA de la educación y, en el episodio actual, de la educación en estadios tecnológicos. En China, por ejemplo, el 40% de las graduaciones se dan en materias de ciencia y tecnología, y en la india el 30%. Las universidades no son un gasto del estado, son una inversión a largo plazo en materia de desarrollo económico y empresarial. Son inyectores y creadores al mismo tiempo de patentes que desembocan en empresas de valor agregado, generando empleo altamente cualificado y ampliando la “torta” económica que se establece en los territorios que poseen estas universidades. Ir a un campus No puede ser un lujo, debe ser casi una obligación, y no solo esto, debe ser subvencionada casi por completo por el estado en una comunidad sin capacidades de pagar estudios superiores. Recortar el presupuesto de la educación pública no solo es asfixiar la calidad de las universidades, sino que es casi un suicidio para el país. Los centros de investigación brillan por su ausencia, los impulsos por llevar los trabajos de los estudiantes a ser soluciones a problemas de la vida real se encuentra todavía en pañales. La unión entre la industria y la universidad, aunque parezca irónico, es casi inexistente, y menos aún lo es la formación en empresarismo, que apenas hace poco tiempo ha sido incluida en el plan de estudios de las principales universidades públicas del país. Estos aspectos negativos deben ser completamente revertidos. La seguridad de un país no se da cuando el gobierno invierte en su ejército, sino cuando invierte en la educación de sus ciudadanos, que generan más empresas y más impuestos, investigando en todos los campos, incluso en el ejército mismo (en caso de ser necesario).

Estudiantes protestando
Como segunda instancia, debe haber una fusión entre la gobernabilidad y la tecnología. Los centros de investigación del gobierno, en pro del estado mismo, deben usar la tecnología que sea necesaria para visualizar en términos numéricos y en tiempo real los avances del país. Toda esta tecnología debe aportar un sustento a una estrategia de desarrollo A LARGO PLAZO que se centre en las estrategias comparativas de nuestro país (aquellas características que por nuestra localización geográfica y nuestra historia, o por nuestra genética, nos pertenecen per se) y en las estrategias competitivas del país (aquellas que hemos desarrollado a través del tiempo y de la inversión en todo tipo), sabiendo que, en últimas, el objetivo fundamental de toda sociedad es el avance de la misma, la calidad de vida de sus partícipes y el bienestar del entorno en que se desenvuelve (y del que depende). Tener recursos no es una garantía de éxito, pero gobernarlos de manera eficiente a través de la tecnología, desarrollar su producción eficiente (¿Dónde está la robótica aplicada a la agricultura, si Colombia debería ser una sociedad tecnológicamente productiva por sus ventajas comparativas?) y generar beneficios a largo plazo a través de estas prácticas, nos podría acercar de una manera espectacular al camino de una nación desarrollada.

Robot agricultor
Como ultima instancia (aunque existan otras importantes que no toque acá por extensión), se necesita un cambio de paradigma individual. Ni somos “indios subdesarrollados”, ni somos “Narcotraficantes terroristas de nacimiento”. Somos personas con las mismas capacidades de cualquier otra en cualquier parte del mundo, con los mismos accesos a la información que el resto del mundo, y con la voluntad de hacer nuestro entorno más agradable. Nuestra finalidad como ciudadanos de este país no es ver desde lejos como se hunde, o basarnos en la idea de que somos “ciudadanos del mundo” para no hacer nada por nuestro entorno. Si vivimos en una casa, es inadmisible incluso para la familia más conservadora que uno no lave el plato en que come, o que al menos recoja la ropa sucia del cuarto. Acá a veces pasamos encima de la basura y no la recogemos porque “no es nuestro problema”, o porque “es problema del estado”, tenemos en las narices los problemas y las soluciones, pero vivimos en una zozobra y en una modorra que parecieran más una somnolencia generalizada. El patriotismo es aceptable siempre y cuando esté en pro de mejorar nuestras condiciones de vida, no cuando se usa como escudo político y como estrategia reeleccionista para atacar países vecinos y salir bien parado (…).

Nuestro objetivo es nuestro desarrollo y nuestro avance, no concentrarnos de manera paranoica en los problemas que nos aquejan. Y la tecnología es una herramienta magnífica en esta cultura plana, globalizada y comunitaria. Ignorar su presencia solo aumenta la brecha entre los países industrializados, y aquellos en los que vivimos. (La brecha tecnológica, tema de un futuro artículo)

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domingo, diciembre 13, 2009

Colombia y el plan de choque tecnológico: ¿lo tiene? (parte 1)

Este es mi primer escrito con un caracter medianamente político, pero me basaré sobre todo en mi conocimiento sobre tecnologías para poder llegar a una conclusión apropiada con respecto a este tema tan escabroso como lo es el avance social, el bienestar del mismo, y la tecnología. Aunque es más informativo que técnico, aparte de superfluo, pretende empezar un posible debate en torno a la tecnología en Colombia y la política laxa del gobierno en torno a este tema, al mismo tiempo que incita a una reflexión sobre las decisiones como individuos en el lugar en que vivimos, y otros temas en general.

Colombia es una fuente inagotable de recursos. Sin hacer un estudio exhaustivo sobre nuestro territorio, es evidente la existencia de diferentes pisos térmicos que nos proporcionan una gran cantidad de recursos tanto alimenticios como hídricos. Nuestra posición ecuatorial nos hace merecedores a un clima tropical en el que se desarrolla un variado número de especies animales, haciéndonos poseedores de 1/6 parte de las aves del mundo, y de ecosistemas únicos protegidos por el gobierno. Poseemos 2 océanos con características completamente particulares, yacimientos minerales por montones (minas de oro, niquel, carbono, y hace poco, de coltán), cantidad de recursos madereros y una ganadería que nos permite satisfacer nuestra demanda interna, dándonos la posibilidad de exportar carne. Ni que hablar del café, las flores, el banano, y todo el conglomerado de exportaciones en las que se basa nuestro país para regular la economía. Y tal vez por todo ese exceso, todas esas comodidades, somos un país completamente subdesarrollado. Taiwan es una ciudad que se encuentra sobre una inmensa roca, rodeado de océanos en los que los tifones son comunes, con casi ningún recurso, y con una de las reservas económicas más grandes del mundo. Irónico, ¿no? Las naciones que poseemos los recursos somos eminentemente más pobres que aquellas que no poseen casi ningún recurso. Pero la verdad es que este comportamiento es más que normal.

Bandera de colombia
Las necesidades y las dificultades son los motores de la innovación y la creatividad. Cuando una sociedad no posee los recursos para sobrevivir, debe hacer gala de todos sus recursos humanos para garantizar su subsistencia. Pero mientras una sociedad tenga todo para sobrevivir, como alimentación, clima óptimo, agua… se acomodará a sus necesidades y se estabilizará, frenando sus necesidades de mejorar. Colombia no es la excepción. ¿Cómo puede la mitad de un país morirse de hambre y al mismo tiempo ser uno de los más alegres del mundo?¿cómo puede un país tener tierras tan fértiles como las del río Nilo (usadas para el sembrado de caña de azúcar), y no tener siquiera un PIB que garantice la vida digna de la mayoría de sus ciudadanos? Es inconcebible imaginar una cantidad tan grande de problemas en un país que tiene todo para ser una potencia, pero que se ha dedicado a ser la despensa del mundo, la alacena de las naciones que tienen pocos recursos. Y esto no es que sea malo, en realidad es un caso de especialización de labores. Pero, la sociedad está cambiando a pasos agigantados, y las despensas del mundo parece que viven felices en sus chozas de paja mientras el resto del mundo se encierra en bunkers preparándose para el huracán que se acerca.

¿Y en que radica este cambio? Es innegable que el mundo ha adoptado el capitalismo como su estructura principal de funcionamiento, y que cada país asegura el bienestar de sus ciudadanos a través de las mejores políticas económicas que repercutan en el plano social. También es cierto que libertad e igualdad son 2 conceptos no congruentes, y considero que el hombre tiene más derecho a su propia autorealización que a su simple manutención y existencia, por lo que me considero partidario de la libertad, aunque esta libertad cueste. Y como el capitalismo potencia las libertades individuales y las desarrolla para un beneficio social, es a mi criterio preferible eso a que un gobierno central que te de lo necesario para vivir, pero no te de ansias de vivir plenamente, ni te deje soñar con un vivir decidido por sí mismo. Con lo que no estoy de acuerdo es que los hombres se entreguen al comportamiento pusilánime y dependiente del gobierno, esperando a que este solucione todos sus problemas, y quedándose de brazos cruzados y llorando mientras nadie hace nada, y que no muevan sus mentes en búsqueda de una posible solución en la que no tenga el gobierno que intervenir, salvo para apoyar de manera económica si es necesario, o para reconocer la labor de individuos. Y eso es algo que en Colombia parece una habilidad en vía de extinción. El problema es que los avances tecnológicos, al igual que el desarrollo de una nación, nunca depende del gobierno principalmente, sino de los entes que componen el país entero.

Ahora, Colombia ha entrado en un campo mundial de competencia en el que otros países blanden sus tratados y características para desarrollar y producir determinados recursos mejor que otros, y en esta carrera, el factor tecnológico está teniendo una importancia más que crucial en el resultado de esta competencia. Pero la competencia no es lo único importante en este campo. Estados Unidos se dio cuenta hace casi 4 décadas de que el bienestar de sus ciudadanos depende en gran medida de los avances tecnológicos que se dan en sus territorios. Un avance tecnológico implica la creación de empresas que venden el resultado de este avance, y otras muchas que prestan el servicio de instalar, aprender a usar, o sacar el máximo provecho de dicho avance. La creación tecnológica no solo es una idea de centros de investigación altamente cualificados y con los mejores instrumentos del mundo, y no solo es la creación de objetos que nadie entiende, con una teoría que solo unos pocos manejan. Innovación y tecnología implican capital, implican mejoramiento de la calidad de vida de las regiones que impulsan estos desarrollos, implica más capital para el estado en términos de impuestos, implica una transformación de materias primas en productos elaborados a los que, al añadirles conocimiento e investigación, se les imprime un gran valor añadido, e implica sobre todo mayor comodidad para los ciudadanos. Solo basta con decir que en el país del norte, y en varias comunidades europeas, la cantidad de ingenieros y científicos es un asunto de seguridad nacional. Incluso, se habla con productoras de televisión para crear programas que incentiven el estudio de las áreas de ciencias y de tecnología. La serie “Numbers” es un ejemplo de esta política, que se tuvo que implantar en ese país porque la tasa de graduados en ingeniería está bajando considerablemente.

Facultad de ingenieria

Se está produciendo un aplanamiento en el campo de batalla para todos. Las herramientas de simulación usadas por algunos de los centros de investigación más reconocidos no son diferentes a aquellas usadas en nuestras universidades. (Los ingenieros que conozcan la herramienta “Matlab”, “Mathcad”, “Spice”, o cualquiera de sus equivalentes freeware puede tener una idea más clara de lo que digo) Los recursos informativos con que cuentan estas universidades están en la red, accesibles a cualquiera con un computador, internet y un buscador apropiado… Y en este proceso de aplanamiento, ha surgido una gran cantidad de corrientes que están siendo investigadas en otros países y llevadas a cabo por muchas empresas de talla mundial, como HP, Dell, Microsoft, Google, entre otras. Corrientes como el outsorcing, offshoring, suply chaining, informing, freeware, y la educación de los empleados de una empresa como entes completamente versátiles en torno a las especializaciones… se vislumbran en el campo de batalla. Y lo peor es que Colombia parece estar encerrado en una burbuja mágica de lucha contra el terrorismo, narcotráfico, guerrilla, cultivos ilícitos y escándalos políticos. Vivimos en una lucha interna que no solo desangra a la nación de a poco, sino que nos hace declarados en guerra civil desde hace décadas, y nos relega en el proceso de avance tecnológico, pero no hacemos nada, al final, “el gobierno se hará cargo de todo, yo solo debo preocuparme por ganar mi sustento diario y entretenerme en cualquier cosa”. Nada raro que el futbol tenga no solo hinchas, sino adeptos fanáticos casi religiosos que crecen constantemente, como si la vida de ellos dependiera del resultado de una contienda entre equipos. Ejemplos de este tipo de alienación se ven en toda la sociedad, en la que sobrevivir y esconderse es la norma, para no morir por hablar, o por mirar, o por desear algo mejor. Colombia no es segura, y eso se debe a una política de terror y al miedo instaurado en la sociedad misma.

Guerrilla colombiana
Otro tema preocupante en este sentido es la fuga de cerebros. Estados Unidos puede no ser la nación más lista del mundo, y en efecto, como lo demuestran sus resultados en el colegio, no lo es, pero si tiene una política de “importación” de mentes de las más fuertes(hasta el gobierno de Bush), de manera que entre el 30 y el 40% del capital intelectual de este país proviene del extranjero.

(continúa...)

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viernes, diciembre 11, 2009

Tensión utópica: la liberación del ser a través de los objetos




Este es un ensayo que relaciona la electrónica y la tecnología, con el diseño, exactamente el diseño industrial.


“Y al principio, todo fue curiosidad”[1] y caos. Los átomos, moviéndose de manera caótica en el espacio, interactuando entre sí a través de las fuerzas fundamentales, forman moléculas, que, también azarosamente, interactúan entre sí dando pie a macromoléculas que se ensamblan y afectan a otras moléculas, que a su vez construyen otras macromoléculas en un ciclo de inestabilidad-estabilidad… A eso lo llamamos ADN. Y esa pequeña pieza de información da pie a todo un organismo completo, complejo, multifuncional y dotado de razón, que en su búsqueda de perfección (o estabilidad tal vez), modifica todo su ambiente, adaptándolo a sus necesidades cambiantes y caprichosas. Y todo empezó con un conjunto de átomos azarosamente distribuidos y caóticamente móviles. De la misma manera, el obrar humano, carente de manera superflua de razón y de dirección, forma una macroestructura que desemboca en sociedades, en ideas y en conocimiento, que es sublimado en objetos diversos… objetos que modifican a su vez al hombre y a esa macroestructura. La dirección del ser humano, impulsada por el caos, tiene un propósito. Y los objetos, como manifestación del hombre, son una radiografía de su pasado, y una esperanza para su futuro. “la gente tiene una conciencia históricamente moldeada”[2] Pero, ¿hacia donde va el hombre?


Si nos apoyamos en el futuro, vemos que todo elemento actual de los objetos, todo concepto, toda idea, está apoyada en pilares de conocimiento y experiencia que surgieron en un pasado, no como la consecuencia de un plan cuidadosamente ideado, sino como un conjunto de eventualidades que cobran significado en cuanto el hombre adhiere una finalidad a dichos acontecimientos. Y esa finalidad, sobre todas las cosas, escrita en el código genético anteriormente mencionado, insta por sobrevivir, por evolucionar, por ser mejores, por alcanzar la perfección a través de la curiosidad y la adquisición de conocimiento. Las manifestaciones actuales de los objetos no son más, y no serán más, que deseos humanos cristalizados, necesidades humanas satisfechas a través de la forma. Es de esperarse entonces que esta misma línea de acción se mantenga constante, materializando deseos en sustancia. Pero estos deseos, bases del humano sensible, pueden incluso engullir al creador de aquellos, sumiéndolo en un mundo inexistente al compararlo con el real. La virtualidad y la inmaterialidad, como lo sustenta Rodolfo Llinas en su libro “El cerebro y el mito del yo”[3], pueden convertirse en un aliado en la supervivencia del hombre, o en el catalizador de su propia destrucción. La época del satur-ethos, el hombre aturdido por la información y los sentidos, puede ser una consecuencia de esta virtualidad a la que el hombre tenderá inevitablemente por su deseo de control y de manifestación de su interioridad. Pero también sería incongruente imaginar que esta virtualidad, basada en medios de comunicación, en intercambio social, en videojuegos y en mundos alternos creados por otros hombres, no afectará la realidad material. De hecho, el hombre mismo, en su afán de imitar estos mundos deseados, tiende a modificar el mundo para que este evoque las emociones que su imaginación, y la virtualidad misma, le generan.


Estos espacios efímeros, espacios que cambian de acuerdo a los deseos del usuario, no son algo nuevo. Desde la época del homo curius, cuando a los objetos se les aceptó una función visual, la sensi-mimesis se impuso sobre el objeto: Estos no solo cumplen una función material, sino que a través de su forma y sus accidentes, me evocan una emoción que refuerza su función, aunque esa forma sea similar a otras formas naturales no creadas por el hombre, o se parezcan a otras artificiales que conllevan otro tipo de emociones asociadas. Cuando esta particularidad de asociar emociones a los objetos a través de la forma de otras cosas se impone, el hombre se da cuenta que no solo quiere una pieza que cumpla una función, quiere una pieza que lo haga sentirse bien, que lo haga sentirse como él desea sentirse… y a través de esa búsqueda de sensaciones, trata de abstraer las formas de las naturaleza, y trata de encontrar la esencia misma de la forma. Es curioso cómo el hombre, en su artificialidad social, siempre se remite a la naturaleza, sea para imitarla, sea para explotarla o sea para extraer elementos de la misma. La simetría, que es alabada en la época bionic-isogea, sostenida por la geosinergia, cuando el homo logos es capaz de abstraer del mundo figuras fundamentales y elementales, es una manifestación de ese deseo de alcanzar nuevamente a la naturaleza. Si el hombre, a través de su artificio, abstrae la naturaleza, no es extraño que en un futuro no solo la use, sino que la reproduzca en sus objetos. En la tronicósfera, es de esperarse entonces una fusión natural-artificio, una simbiosis entre lo biótico y lo abiótico. Que los objetos puedan nacer de la tierra no será algo extraño, que puedan ser autosuficientes, reproducibles por medios no industriales, incluso, que puedan “morir”, para dar pie a otros objetos más evolucionados que corrigen los problemas del objeto que los precedió, es una perspectiva un tanto idealista, pero no imposible. Los avances en la biotecnología y la nanotecnología han hecho posible diversas simbiosis entre objetos artificiales, como microchips, y células vivas, como neuronas.


Pero la nanotecnología no solo se detiene en este punto. Esta ciencia, a la que con ciertas reservas defino como la “pequeña mano de Diós”, tiene una finalidad mucho más trascendente que la imaginada por los actuales diseñadores. Pequeñas máquinas, capaces de ser ensambladas de cualquier manera estructural, cambiando propiedades de diversos materiales con solo impulsos eléctricos o modificaciones mecánicas de las estructuras moleculares (como pasa con los nanotubos[4] de carbono), da pie a la sorprendente ausencia de forma, que al mismo tiempo es la manifestación de todas las formas imaginables. Suponer que cada partícula de un objeto tiene la conciencia suficiente para poderse mover y adoptar la posición que desee, significa pensar que cualquier objeto compuesto de estas estructuras puede adoptar infinidad de formas, que dependerán en última del deseo del usuario. Son como manifestaciones microscópicas de mecaquimeras, surgidas en un pasado lejano a través del homo logos, que pudo percibir la posibilidad de desligarse de la naturaleza para hacer creaciones propias basadas en la ciencia y la experiencia. Tener un objeto que puede tomar la forma de cualquier objeto nos hace pensar en que no diseñaremos “cosas”, sino sustancias objetuales multiformales y multipropósito. Esto plantea una dificultad fundamental que parte del hecho de que el hombre reconoce los objetos por su forma, y les da un nombre por la forma misma. ¿Qué sucederá con la capacidad proyectual del individuo al tener una sustancia omniformal?


Los objetos siempre han retroalimentado al hombre, lo han transformado y han hecho surgir nuevas necesidades, han modificado su percepción del mundo, y en últimas han desarrollado su inteligencia al enriquecer el metalenguaje que controla las relaciones humanas con otros humanos y con el mundo que lo rodea. Anthony Smith, en su libro “La mente”[5], explica cómo el lenguaje, al igual que la motricidad manual, fueron detonantes en el desarrollo del cerebro y de la inteligencia humana. No nos equivocamos al afirmar que los objetos realimentan y estructuran la inteligencia humana. Y no nos equivocamos tampoco al decir que, con la necesidad humana de exteriorizar su interior, y con la necesidad de interactuar con los objetos (función indicativa enriquecida), intente sublimar o crear una inteligencia externa a él con la que se pueda relacionar… una inteligencia fuera de lo natural del ser, una inteligencia imitativa, es decir, una inteligencia artificial. De hecho, el ser humano está desarrollando la ciencia de la inteligencia artificial para poder crear interfaces amigables con el usuario, como si, de alguna manera, pretendiera no solo usar los objetos y entender cómo funcionan, sino que también quisiera interactuar con ellos, comunicarse…


Un objeto con emociones, cuya función indicativa no solo manifieste los modos de uso, sino que a través de estados de “animo” muestre su funcionalidad, su durabilidad, su tiempo de vida, es una realidad esperada. Y que no solo manifieste características de su ser, sino que también sea una creación de su usuario, que su “personalidad” sea la que el dueño desea que sea, y que a través de la misma pueda comunicarse con otros objetos para comportarse como una unidad estructural, como un macro-objeto fraccionado en piezas funcionales… un objeto de esa manera redefiniría y nos recordaría la gestalt: “el todo es mayor que las partes que lo componen”


Esta multifuncionalidad de objetos comunicados entre si no es una idea suelta. Actualmente, los desarrollos en comunicación inalámbrica, y en algoritmos de manada (algoritmos que le permiten a una cantidad inmensa de máquinas trabajar en funciones particulares en pro de una función común, como las hormigas) están dando frutos en estudios de diversos robots distribuidos en una casa, comunicándose entre si como una unidad, y dando órdenes a diversos electrodomésticos para satisfacer los deseos del usuario. La comunicación inalámbrica, junto con la virtualidad y otras manifestaciones tecnológicas, es lo que Thomas Friedman llama “los esteroides: Digital, móvil, personal y virtual”[6]. La manifestación y exteriorización de los deseos humanos escala un paso más allá, y se convierte en la manifestación del pensamiento humano en pro del mismo ser humano. “No podemos saber si el hogar electrónico se convertirá realmente en la norma del futuro. Sin embargo, ah de comprenderse que, si a lo largo de los próximos 20 o 30 años realizara este histórico nada mas que entre el 10% y el 20% de la fuerza de trabajo tal cual como actualmente se haya definida, nuestra economía, nuestras ciudades, nuestra ecología, nuestra estructura familiar, nuestros valores e incluso nuestra política, se verían modificadas hasta resultarnos irreconocibles”[7]


Estos robots, intercomunicados entre si, no son solo un amasijo de motores y cables. En realidad, la forma de los mismos está acercándose de manera peligrosa y excitante al mismo tiempo, a formas muy conocidas por nosotros, como las formas de nuestra mascota, de nuestro héroe favorito, de nuestro mejor amigo, de nuestra amante… Estamos antropomorfizando a los objetos porque ellos no solo significan lo que hacen y lo que nos evocan, sino que a su vez pueden tener incluso emociones más profundas asociadas a si mismos. Nada raro pensar en esto, si hacemos la referencia a los objetos rituales, en el mito-gonos, en el que las cosas que nos rodeaban podían imbuirse de poder, de protección, de fortaleza, de tranquilidad. Y si hacemos un símil apropiado, a nuestros seres queridos los imbuimos con tranquilidad y con comodidad, a nuestros héroes los imbuimos de poder, de fuerza, a nuestros amantes los imbuimos de deseo, de pasión. Los otros seres humanos cumplen funciones totémicas para nosotros, de la misma manera en que un objeto puede cumplirlas. Y qué fácil puede ser para ese objeto seguirlas cumpliendo cuando no solo cumple una función, sino que te referencia a esa persona o animal que quieres, respetas o deseas.


Toda esta construcción objetual se asemeja a la creación de una estalactita y una estalagmita. Las acciones humanas, insignificantemente pequeñas en comparación con el devenir histórico, aportan un pequeño elemento casi imperceptible en la globalidad, así como cada gota aporta una ínfima cantidad de materia para la estalactita. Todo este desarrollo, impulsado por el deseo humano de perfeccionarse, aprender y sobrevivir, es el que le da forma a toda esta globalidad a la que cada ser aporta, de la misma manera como la gravedad se encarga de impulsar las gotas de agua con material mineral siempre hacia abajo. Al final, luego de gran cantidad de tiempo, y de aportes minúsculos de hombres, de gotas, se percibe una globalidad formada, una estructura social, una intención clara, y un fin tal vez no tan claro pero al menos direccionado por las acciones del pasado, una estalactita madura.

Toda esta capacidad multiformal, autodecidida, autoformada, autoreproductiva, antropomorfizada, virtual-real… hace ver al hombre como el artífice de su propia superioridad, remite al mito creacionista del hombre creado del barro, salvo que ahora no es Dios quien toma el barro, sino el mismo hombre, y no es barro, es esa sustancia multiformal creada a partir de la nanotecnología. “La tecnología nos hará libres”[8]. Si estos objetos nos liberan de las obligaciones de trabajo, de la preocupación de nuestras necesidades ¿Qué queda del hombre?, un conjunto de deseos y de sueños. Es el hombre liberado a través de los objetos para autorealizarse, para expresarse con completa libertad hacia lo que quiere ser y hacer. Y esto, no es ni bueno ni malo, como no lo es la ciencia o los objetos. Es la intencionalidad humana la que direcciona las creaciones artificiales y naturales controladas por él. Y siendo el hombre tan ambiguo, tan egoísta pero a la vez tan altruista, esta liberación lo sumirá en una posible tensión, de hacer lo que desea o de hacer lo que piensa, de hacer lo bueno para si, o lo malo para si, lo bueno para todos, o lo malo para todos. Si tengo la capacidad y posibilidad de decidir lo que sea, ¿Cuál es mi marco de referencia en el que debo basarme para actuar? ¿Cuáles son los muros que me permiten construir más alto? ¿Cuáles son las limitadas notas musicales que me permiten crear hermosas sinfonías? Es cierto que el hombre puede llegar a liberarse a través de los objetos que crea, pero, la pregunta gira en torno a si es capaz o no de soportar la tensión de la libertad misma, pues tenerlo todo, en muchos aspectos, es similar a no tener nada.

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[1] ASIMOV, Isaac. Introducción a la ciencia, ciencias físicas. Editorial Muy interesante. 1985, p13.
[2] GADAMER, Hans-georg. Verdad y método. Editorial Sígueme. 1960.
[3] Llinas, Rodolfo. El cerebro y el mito del yo. Editorial Norma. 2003.
[4] Un nanotubo de carbono tiene la propiedad de, cuando se tuerce su estructura molecular, pasar de ser un aislante a un superconductor
[5] SMITH, Anthony. La mente. Editorial biblioteca científica Salvat. 1986
[6] FRIEDMAN, Thomas. La tierra es plana. Editorial MR. 2005. p172
[7] TOFFLER, Alvin. La tercera ola. Editorial Plaza y Janes. 1984, p245
[8] BACON, Francis. La nueva Atlántida. Editorial Zero. 1971.


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