Si estás
leyendo esto, probablemente es porque tu conexión a Internet, proveída por un
operador local, te permite acceder al servidor donde se encuentra alojado mi
escrito, y ese operador solo funciona en las ciudades. Nuestro entorno está
mediado por la ciudad, la metrópolis. Nacimos inmersos en ella, y
probablemente, tenemos una dependencia implícita a su estructura, ya que fuimos
educados para coexistir en ella, y no ha sido de otro modo para la gran mayoría
de personas con acceso a la red.
Existe la
falsa idea de que en la ciudad se encuentra el “progreso” y muchas personas
migran del campo a la ciudad buscando bienestar, un poco de comodidad, y algo
que la ciudad promete con sus imponentes edificios y estructuras. Tal vez un
poco de diversión, un poco de hedonismo camuflado con libertad, tal vez la
necesidad de no sentirse un “don nadie”, educación, salud… en verdad que la
ciudad ofrece una serie de ventajas que la vida rural no permite. Sin embargo,
la idea de la ciudad propiamente dicha, o de la metrópolis mejor, tal vez es un
descalabro histórico, y trataré de explicar mi punto de vista.
Antes deque explotara la revolución industrial, las ciudades no eran tan grandes como
las conocemos. Eran más bien pueblos en los que los artesanos y siervos vivían,
separados de la realeza y los grandes terratenientes, los cuales vivían en
castillos enormes con sirvientes y criados. En la época feudal latifundista,
los pueblos ofrecían no muchas ventajas frente a la vida del campo, por lo que
no eran grandes urbes y no eran de interés capital para los campesinos. Al fin
y al cabo, todo lo que necesitaban, sin los olores pestilentes de las calles,
se encontraban en la vida silvestre, alejados de la muchedumbre. Sin embargo, en
el momento en que la revolución industrial estalló, la necesidad de tener una
gran cantidad de empleados en las grandes factorías desplazó una cantidad
enorme de campesinos del campo a la ciudad. Este movimiento masivo de personas,
exigió la creación de viviendas alrededor de las factorías para disminuir el
trayecto desde las casas hasta los lugares de trabajo. Sin embargo, ya que los
salarios no eran los mejores, las casas tampoco lo eran, y teniendo en cuenta
el nivel de cultura de las personas empleadas en las factorías, era de
esperarse que estas casas construidas alrededor de la industria constituyeran
cinturones de pobreza. La ciudad entonces se creó gracias a que la factoría
necesitaba una gran cantidad de personas que trabajaran en ella, y se construyeron
casas alrededor de la misma para suplir esta cantidad de trabajos demandados
por la explosión de la producción industrial. Bualá, las ciudades nacieron de
la miseria y la producción.
El avance
de la constitución de las ciudades, la creación de inventos para mejorar la
calidad de vida de los ciudadanos, la incursión de la luz eléctrica en las
calles, la salud, el alcantarillado, el transporte, entre otras cosas, fueron
cohesionando más la urbe, centralizando los servicios e impulsando al campo a
seguir migrando a la ciudad, la cual crecía y se fortalecía con esta difusión. Nuevos
servicios y productos terminaron de fortalecer este entramado, y por un
momento, todo estuvo “bien”… Hasta que la ciudad creció más allá de sus
límites.
Actualmente
las ciudades están excesivamente congestionadas en movilidad, la violencia
intraurbana ha creado una paranoia permanente de violencia, la
despersonalización del individuo debido a la gran cantidad de personas en la
ciudad hace que los índices de depresión, ansiedad y transtornos mentales se
disparen. La publicidad y las marcas han colonizado los hábitos de muchos
ciudadanos coartando sus libertades individuales, la obesidad alcanza niveles
insospechados, el sedentarismo deteriora el cuerpo humano lentamente, la contaminación
aumenta drásticamente el índice de infecciones respiratorias. No se si caminar
por una calle, con temor a ser atacado por cualquier vándalo, respirando
enormes cantidades de humo, comiendo comida chatarra, preocupado por las
cuentas por pagar, viendo publicidad por doquier que te sugieren gastar tu
dinero en esto o aquello, probablemente con problemas de obesidad… no se si a
eso se le pueda llamar “vida moderna”. Pero si se que hay otras maneras de
vivir, y que la tecnología nos puede ayudar a construir esas posibilidades.
Entonces,
¿Por qué es la metrópolis una falla histórica? Porque su construcción está
basada en la producción en masa de la revolución industrial, y nuestra
sociedad, si bien sigue produciendo productos en masa, se ha enfocado ahora más
en servicios y su producción es más descentralizada. Esto significa que no se necesitan cinturones
de empleados alrededor de las factorías, y esta figura se encuentra ahora
ahogándose en los anaqueles de la historia. El nuevo modelo de producción basado
en la tecnología, la información, y los servicios, hacen tanto posible como
necesario la descentralización de las ciudades. Sin embargo, para su tiempo, en
el que la centralización de la producción era la norma, se podría considerar
como una consecuencia esperada, aunque no deseable. La realidad, ahora, es muy
distinta.
La
aparición de la Internet ha dado paso a un nuevo modelo de producción basado en
el procesamiento de la información. En este caso, no se necesita la presencia
física de las personas en los lugares en los que laboran, para poder llevar a
cabo una actividad o prestar un servicio. Gracias a esto, se ha podido
descentralizar la producción de manera tal que no se hace obligatorio vivir
cerca del lugar donde se trabaja, con obvias consecuencias para la distribución
de vivienda de las ciudades: si no necesito vivir tan cerca de mi lugar de
trabajo, ¿por qué vivir entonces en una ciudad atestada de carros, violencia,
contaminación, publicidad, en las que movilizarse en horas pico es casi imposible?
¿No existe otra manera en la que se pueda aportar a la sociedad sin que se deba
vivir en una ciudad sobrepoblada, obviamente desbordada por sus pobladores, en
la que pueda obtener los mismos servicios de la ciudad, sin sus perjuicios? La
respuesta parece ser un sí rotundo, y se encuentra en la idea de “ciudades
inteligentes”, pensadas precisamente para vivir en ellas, no generar un impacto
tan nefasto sobre la sociedad, y evitar precisamente todos los problemas de una
metrópolis desbordada. Este será el tema de un futuro escrito: las
ciudades inteligentes.
Otros escritos:
Colombia y el plan de choque tecnológico, ¿Lo tiene? (Parte 1)
Colombia y el plan de choque tecnológico, ¿Lo tiene? (Parte 2)