Buen día.
Sé que esta no es la hora habitual mía para publicar entradas en el blog, pero este tema me ha agarrado de improviso y tengo que aprovechar el insight ^_^. Hoy les hablaré del dilema del exceso humano relacionado con la tecnología, y sobre todo, con los avances tecnológicos en salud.
El ser humano es un ser claroscuro. Se ha ganado reputación como un constructor y transformador del mundo, pero al mismo tiempo como destructor y transgresor de límites. Desde la antiguedad, hemos visto que el hombre pareciera luchar entre "el bien y el mal", entre acciones que atentan contra su propia vida y acciones que enaltecen su inteligencia y bondad. En resumen, el hombre es un ser dual, es un dilema.
Una de las sombras de la oscuridad humana radica en los excesos y los abusos de poder. Reyes, príncipes, gobernantes, magnates, policías... muchos de los seres a los que la sociedad les asigna cierta clase de poder, lo han usado para satisfacer alguna necesidad personal, o lo han usado para poner su opinión sobre la de otro hombre que no tiene dicho poder. Pareciera que los excesos y los abusos de poder hacen parte de la propia naturaleza humana, aunque no podemos negar que personas con poder también han hecho grandes cambios positivos en la humanidad (Mahatma Gandhi, por ejemplo).
Los excesos de los que hablo todavía se siguen llevando a cabo, y de hecho, son comunes. Drogadictos (excesos en psicoactivos), alcohólicos, fumadores activos, obesos (en algunos casos hay una predisposición genética, por lo que no todos los casos de obesidad son excesos), ludópatas, entre otras dolencias, son consecuencia de los excesos humanos frente a los "placeres" del mundo. Y hasta cierto punto, uno podría pensar "bueno, si este tipo bebe todos los días, es natural que muera de cirrosis", o "Claro, si se fuma una cajetilla diaria de cigarrillos, ¿cómo no le va a dar cancer de pulmón? Y hasta acá, la justicia natural hace lo que debe hacer.
Pero, digamos que surge un tratamiento revolucionario que le permite a las personas enfermas de cancer de pulmón, recibir un pulmón nuevo, completamente limpio, que lo cure automáticamente del cancer que lo aqueja y le permita vivir mucho más tiempo. Pues eso sería genial, ¿cómo no? La cantidad de vidas que se salvarían sería grandísima, muchos de nosotros tendríamos todavía algunos seres queridos en caso de que esto existiera u ocurriera. Imaginemos también un tratamiento contra la obesidad, que te permita recuperar la forma corporal de manera casi inmediata. Sabemos que la obesidad solo en estados unidos afecta al 50% de la población, y que es un problema de seguridad nacional. Cuántas personas no serían felices si pudieran encontrar una cura a su obesidad mórbida y tuvieran una mejor calidad de vida...
Pero las cosas no son tan bonitas como las pintan los descubridores de estos tratamientos. Sí, es cierto, un implante de pulmón podría salvar la vida de alguien con cancer, pero ¿qué pasaría si esa persona se ha ganado el cancer por fumar en exceso? ¿Tiene derecho a pedir un transplante de pulmón sabiendo que él, por decisión propia, ha destruido su sistema respiratorio? ¿Merece una persona obesa recibir un tratamiento de reducción de peso instantanea, cuando su obesidad se debe a su sedentarismo y comida chatarra, que él por decisión propia practica y consume? He ahí el dilema. Por un lado, negar un implante de pulmón a una persona enferma casi lo sentencia a muerte, cosa que el hombre no tiene potestad de hacer. Por otro lado, ponerle un implante de pulmón a un adicto al cigarrillo solo prolonga la adicción de esa persona, y sobre todo, una adicción sin consecuencias futuras. De hecho, es mucho más grave de lo que uno piensa, porque si la persona sabe que puede fumar todo lo que quiera y sus pulmones serán reimplantados ¿A qué excesos llegaría? ¿Qué haría si tuviera el poder de arreglar en cualquier momento un pulmón afectado por sus excesos?
En estos casos mencionados ¿cuál es el papel de la tecnología? ¿Salvar vidas o prolongar los excesos y abusos del hombre? ¿qué se debe hacer en esos casos? ¿Evaluar la vida del paciente para saber si merece o no el implante o implantarlo sin importar las consecuencias futuras o lo que esa persona haga con su vida? Ese es un dilema al que se enfrentarán en un futuro cercano los profesionales de la medicina, así como lo hicieron con los implantes mamarios... y bueno, viendo lo que vemos actualmente con las cirugías estéticas, creo que ya sabremos el resultado...
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